Home   I   Quiénes Somos   I   Noticias   I   Artículos   I   Cátedras   I   Clases   I   Grupo Metafisico   I   Galería   I   Descargas   I   Glosario   I   Blog Tsering   I   Contacto
 
Hilarion 2015
Serapis Bey 2014
Mudras de las Puertas 11:11
Visualización curativa 11;11
Observadores Silenciosos
Portal 11-11
¿Qué es el 11:11?
La Pequeña Abuela
Espiritu Envolvente 2011
La Hermandad Blanca
El Peregrino
Palabras De Poder
Buena Voluntad y Voluntad al Bien
¿Qué es Servicio?
La Importancia de La Meditación
Las Tres Velas
Arreglad vuestra morada interna
Día Mundial de Invocación
La Meditación por Krishnamurti
Gautama Espiritu Envolvente
Maitreya Espiritu Envolvente
El proyecto Maitreya
Kwan Yin
El Despertar Cuántico
Horóscopo Chino 2008
Tsering Namdon
Meditación
Los Mantras
Llama Violeta
Agni Yoga
Espiritu Envolvente 2008
Espiritu Envolvente 2007
Espiritu Envolvente 2006
Rayo Oro Rubí
Los Angeles
 
 
 
Visitar También:
 
 
Artículos Destacados
LA HERMANDAD BLANCA

por Viola Sophia

El Miércoles 27 de Junio de 1962 Viola realizó la primera reunión de la Escuela de Disciplina Esotérica en formación, que llevaría el nombre de Hermandad Blanca, contando con la participación de un selecto grupo de invitados que concurrieron deseosos de conocer el propósito de Viola y escuchar su mensaje, a la vez con un anticipado deseo de colaborar con ella. Entre los asistentes habían Instructores Espirituales, representantes de la Ciencia Médica, un antiguo masón amigo de su padre, una mujer científica investigadora en el campo de la medicina, descubridora de los secretos más profundos en las inexploradas zonas del cerebro humano, capaces de despertar las latentes facultades del hemisferio derecho en el hombre y de devolverle la vida a un ser destinado a vegetar para siempre en un cuerpo inerte y a la deriva de su razón perdida. Estaba también presente una prestigiada escritora y periodista, con quien mantenía una rica y antigua amistad familiar. Además, algunos parientes, amigos con inquietudes espirituales y estudiantes que seguían sus enseñanzas.

Viola dio a conocer su proyecto visionario, las actividades externas con las cuales comenzar ía la obra en perspectiva, y la misión de largo alcance que le correspondería cumplir de acuerdo con los arquetipos internos.

Pretendía que los Hermanos presentes tuvieran su propia visión inspiradora, en cuanto a la formación de una Escuela que avanzaría en su proyección hacia el Tercer Milenio, preparando discípulos capaces de practicar y vivir una forma de vida de acuerdo con la Ley Divina y que sirviera de ejemplo para una parte de la humanidad que pudiera captarla, asimilarla y vivirla.

Despu és de absorber preguntas e inquietudes, Viola dio lectura al mensaje preparado para esta ocasión y que ella hizo extensivo a Hermanas y Hermanos de todo el mundo:

"Doy mi gozosa bienvenida a este selecto grupo que ha venido a honrarme con su valiosa presencia y que, tray éndome un estímulo, me alienta a hacerlos partícipes del amor que a torrentes desborda mi alma.

Hermanas, hermanos de todo el mundo, hay una invitaci ón amorosa para vuestras almas, una invitación formulada desde lo más profundo del corazón, y que dice:

"Si las almas todas se abrazaran con el fuego del Amor del Redentor, de seguro que no habr ía tristezas nunca más en los corazones".

Es ideal entenderse como en Santa Comuni ón. ¡Qué cosa tan bella es sentir en el espíritu la grandeza de Dios! Abrazarse con las almas que se quieren con el más Santo Amor.

Existe cada d ía una mayor necesidad de acercamiento, de comprensión, de renunciamiento, en bien de una humanidad liberada: libre de amenazas, de egoísmo, de hambre, de injusticia; libre de ignorancia. Existe la necesidad urgente de enrolamos en una gran hermandad que nos ha de llevar a la unidad con Dios y con nuestros semejantes y unidos podremos ayudarnos, salvamos y avanzar.

Tenemos medios para alcanzar la comprensi ón, la verdad y la sabiduría, para hacer aflorar el amor que ha de despertar la chispa divina que se oculta en cada ser.

"La Verdad, cuando entra en el corazón, trae la paz del espíritu"

Si hay poca paz es porque muy pocos tienen la Verdad y viven conforme a ella. La mayor ía de la humanidad vive inconsciente de las leyes naturales que nos rigen. Difícilmente el hombre se pregunta: ¿quién soy yo?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? En cambio, muchas veces se pregunta: ¿es justo Dios?

¿Podríamos responder acertadamente a esta delicadísima pregunta si no nos ha interesado buscar las razones que justifiquen la justicia divina?

¿Podríamos permitirnos la osadía de responder dando una opinión personalista o emitiendo un concepto profano e irreverente respecto al Divino Hacedor?

El hombre se desenvuelve en este mundo material y vive en el estrecho recinto al cual nos enmarcan nuestros sentidos f ísicos, sin comprender el papel o misión que nos corresponde desempeñar en medio del conglomerado humano. Nos formamos una idea totalmente personal de lo que nos rodea, de las causas que nos dieron la vida, de los misterios, de la trayectoria de la creación, de la formación de los mundos.

Y muchas veces ni siquiera queremos pensar ni indagar, o es que no nos lo permiten los afanes de nuestro diario vivir. Más, no debemos dejar que todos los minutos de cada día nos absorban totalmente en tan triviales menesteres. Debemos darle el valor justo a cada cosa, pero jamás olvidar el inmenso valor que tiene todo lo espiritual, lo divino, lo eterno. Más valdría que nos sintiéramos siempre como extranjeros aquí abajo, pues que nuestra verdadera patria sea solo la celestial.

La felicidad no la encuentra el hombre en medio de sus ambiciones personales, y sus tendencias ego ístas, en los llamados de su naturaleza inferior, en la interpretación de la vida por medio de sus sentidos físicos. ¡No!...¡Ahí no se encuentra! Puede llamársele feliz al ignorante, como feliz puede ser un niño que no ha despertado a la responsabilidad de la vida. Pero, el ignorante y el niño ¿pueden mantenerse permanentemente en ese estado? La evolución no se detiene, es una espiral, y ¿no es mejor no aplazar, no postergar el momento de comenzar a subir la cuesta que nos llevará a la cima? No puede ser feliz el hombre que, habiendo empezado a despertar en él la conciencia, descuida su origen espiritual. No puede serlo aquél que no espera en algo más que la materia... ¡Qué pobreza encierra!

Tratamos de vivir como queremos y no como debemos Luchamos con nuestras experiencias y nos vamos formando nuestros propios conceptos y nuestros principios, algunas veces acertados, pero muchas veces equivocados, sin saber que existen verdades y normas y leyes infalibles que, al conocerlas, nos capacitan para aprender m ás rápidamente las lecciones que nos da la gran Escuela de la Vida. Nos dan a conocer las causas que motivaron todo cuanto acontecimiento nos sucede y nos dan a conocer los efectos que producirán nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos.

Nuestras vidas han sido planeadas desde lo alto con antelaci ón y debemos someternos a obedecer sus imposiciones, tratando de cooperar con las propias adversidades y no transgredir las leyes que se están cumpliendo en nosotros.

Hay conocimientos superiores que nos llevan a desentra ñar todos los misterios, a descubrir todos los secretos y a la respuesta de todas nuestras interrogantes. Ha llegado el momento de conocer la verdad y de recibir la Luz y la conoceremos y la recibiremos en la misma medida en que nos abramos a ellas. Para lograrlo, debemos tener nuestra mente dispuesta a recibir las enseñanzas, aquietándonos primero, para qua fluyan libremente por la senda que llega al corazón.

Dice Max Heindel en su libro "Concepto Rosacruz del Cosmos":
"Que nada se interponga al paso de la Verdad, ni el prejuicio, ni las preferencias, ni el escepticismo que nos ciega. Tratemos de ponernos a tono con estas verdades y permitiremos que nuestra intuición, o sabiduría interna, se apodere de su contenido. Si nuestra franca disposición nos lleva a una favorable actitud mental, podemos conciliar nuestras opiniones con las ajenas".

De ah í la sugerencia de que se admitan todas las cosas como posibles. No significa que se vaya a admitir que algo es blanco cuando se está viendo que es negro. Sólo se pide que si después de analizado, del continúa viendo que algo sigue siendo de color negro, se trate de investigar si existe algún otro punto de vista desde el cual el objeto en referencia pueda aparecer blanco. Tal vez todo dependa de dónde viene; la luz y en relaci ón al lugar que ocupamos frente al objeto que estamos mirando.

Con el conocimiento viene gradualmente la expansi ón del espíritu y de la conciencia, el desarrollo de las facultades y la realización de poderes superiores, los que no pueden ser desarrollados mientras el hombre es esclavo de la ignorancia, que trae como consecuencia el egoísmo, el rencor, las vanidades, la soberbia, el amor propio, los celos, las pasiones, la ira, la envidia, la ambición o la venganza.

Cuando el ser humano siente que brota en él la inspiración de algo superior, comienza a liberarse de estos obstáculos, de la escoria que durante tanto tiempo lo sumió en la oscuridad de su naturaleza inferior. Empieza entonces a responder conscientemente a los impulsos e inspiraciones de su Yo Superior. Se va dando cuenta que cada vez que sucumbe a su instinto egoísta, tiene como resultado un fracaso y un sufrimiento.

El amor propio s ó lo debe existir frente al deseo de superaci ó n, pero el amor propio que busca resarcirse de heridas infringidas al orgullo personal, el orgullo peque ñ o que resta o destruye cuanto de grande puede encerrar el alma y que es el gran causante del deprimente cuadro de la desarmon í a social, debe ser erradicado decididamente por los aspirantes a un ideal superior, a una humanidad unida. Ese amor propio que est á a la espera de la palabra que irrumpe irresponsable de un pr ó jimo que creemos aparte de nosotros y de quien nos enemistamos. S ó lo tenemos un enemigo y es ese algo que nos azuza a sentirnos ofendidos por nimiedades o que nos halaga como personas y a quien alimentamos de las propias debilidades que nos foment ó para asegurar su subsistencia.

Amados hermanos, ese no es el camino. Liber é monos. Vivamos conforme a las leyes universales y pasaremos a formar parte de las leyes mismas. Sepamos que el objetivo de la existencia es la evoluci ó n y que evolucionamos a fuerza de experiencias, sacrificios, renunciamientos, dolores, alzas y bajas.

Todo esto nos conduce a ser batalladores, obedientes y pacientes; a acatar los designios con sabidur í a y sumisi ó n; a saber que cuanto nos sobreviene es para mejor, aunque nuestra limitada comprensi ó n humana no sienta la verdad sino despu é s, cuando ya hemos pasado las pruebas, no con estoicismo como debiera ser, sino a lamentaciones o renegaciones, como no debiera ser. Y nos cuesta aprender la lecci ó n, porque generalmente enfrentamos la vida con rebeld í a.

Lograda la madurez, la posesi ón del conocimiento, de la sabiduría y del amor inegoista, comenzamos a exigirnos el desarrollo de las facultades del espíritu, lo que nos lleva a buscar a Dios, no en altares externos, sino en el altar de nuestra propia alma, adentrándonos en el templo que hemos levantado en nosotros mismos. Portadores del Sagrario Eterno y sabiendo, por fin, para qué estamos en este mundo, salimos por todos los caminos, poseedores de una Ley, a enseñar, auxiliar, mejorar y absolver.

Cada ser humano es un Templo Vivo de Dios. En él se oculta la Chispa Divina del Padre. El hombre no es el cuerpo físico visible. Este cuerpo es sólo el vehículo que toma el hombre para su peregrinaje en la Tierra. El hombre es el ser interno, el que fue hecho por Dios a Su Imagen y Semejanza, el cual encarna y desencarna muchas veces, para evolucionar. En nosotros están latentes todas las facultades, todos los alcances, todos los poderes, todas las posibilidades que nuestra imaginación pueda concebir e infinitamente más de lo que nuestra limitada imaginación nos permite. Todos tenemos los medios a nuestro alcance para desarrollar la inmensa gama de nuestras posibilidades y llegar a conquistar, tras el conocimiento y la disposición, el dominio de todas las fuerzas que nos encadenan, permitiéndonos llegar a la superación.

El hombre ha tra ído a la vida una misión divina, el cumplimiento de una pequeña o gran parte, según sea su alcance, de una tarea para ayudar a realizar el maravilloso Plan Eterno. Este plan ideado por Dios tan perfecto y sabio como su propia perfección y sabiduría, está secundado por grandes jerarquías espirituales, que tienen a su cargo los diferentes aspectos que han de llevar el Divino Plan a su perfectibilidad. La m ás infinita variedad de factores van aportando su sutilísima contribución, en la preparación de las condiciones que han de dejar el camino expedito.

Los seres humanos somos los colaboradores en esta magna empresa de llevar a la inmensa legi ón de almas a la gloriosa meta de la Nueva Jerusalén, reconquistando con nuestra potestad el Paraíso que perdimos, cuando fuimos envueltos por las enceguecedoras atracciones de la materialidad. Estamos aquí para hacemos capaces, para prepararnos, para convertimos en dignos colaboradores de Dios y de sus jerarquías en su milenaria tarea. Debemos expandir nuestra conciencia, lo que nos ha de permitir que percibamos el origen, la causa y la verdad oculta que va paralela a cada acontecimiento.

Todo principio tiene su doble, que no se ve con los sentidos humanos, sino que se percibe con los del esp íritu y en el camino de la ciencia también lo invisible corre paralelo a lo visible y comprobable. Pero, los investigadores generalmente corren el peligro de buscar la explicación del Principio de Vida, llegando solo al punto donde termina la limitación de lo físico, sin aceptar la verdad que comienza en lo metafísico. Y la ciencia oficial termina por marginarse, por muy extenso que sea el campo a explorar. El hombre, a través de la mente siente la atracción de lo abstracto, pero retrocede intimidado ante lo desconocido. Más, en lo profundo de su ser espiritual, siente que hay respuestas para todo y para todos los que, deseando desentrañar los misterios, desarrollan sus facultades latentes y encausan sus potencialidades, penetrando en los planos del espíritu, hasta alcanzar el conocimiento directo en los Mundos Invisibles. Y ya conocido el secreto, solo lo alienta entregarse a una Causa Suprema, poniéndose al servicio de Dios en sus semejantes.

El cient ífico materialista cuenta con los instrumentos, que son sus limitados medios de investigación. El ocultista espiritual, mediante el desarrollo de las facultades o sentidos del espíritu, obtiene los ilimitados medios de investigación, que le permiten el conocimiento directo a través de la vista espiritual. El científico materialista solo conoce el mundo f ísico, que es el mundo de los efectos. El ocultista conoce el suprafísico, que es el mundo de las causas.

El hombre, por sus medios en potencia, puede eliminar distancias que abarcan un radio mucho mayor que el poderoso telescopio o que el revelante microscopio o ser infinitamente m ás sensible que el más sutil de los detectores. Cuando la unción del científico sobrepasa la periferia de lo humano, une Ciencia y Religión y la balanza del Mundo encuentra, por fin, su equilibrio. Esta unión representa el principio de polaridad. Simboliza dos géneros: el masculino y el femenino en su divina unión. Es el Amor y el Conocimiento enlazados. Es la sencilla y grandiosa respuesta al que mira con la venda descorrida de la ignorancia. Es el sublime misterio que se hace revelador de sus ocultos secretos. Es, en fin, Dios y Su Hijo Bien Amado. ¡Alma y espíritu inmortales!

Por lo expuesto, se comprender á que quien posea una mente científica junto a un corazón devocional, tendrá en su mano el cetro, insignia del poder supremo, la llave que abrirá todas las puertas de lo llamado imposible y será el que entregará gozoso su vida al cumplimiento de un ministerio con fe y con amor.

La fe con conocimiento es uno de los caminos que nos conduce al Alt ísimo. ¡Oh, felicidad sublime!, el que tiene a Dios como principio y como fin. ¡Oh, qué gozo tan intenso el que tiene puestas en Dios sus esperanzas! Inefable paz, tesoro sin igual, abriga en el corazón quien solo en Dios confía. El más preciado tesoro, ¡qué estrella tan luminosa!, es la que alumbra al ser que marcha detrás de Jesús el Redentor. Todo se hará tan liviano a quien lleve en el corazón el deseo de alcanzar la perfección espiritual. Sólo se debe amar en esta Tierra cada cosa sin mayores anhelos, sólo servirse de ellas mientras dure nuestra vida, sin poner en ello Jamás, las más caras aspiraciones. Así, y sólo así, se puede alcanzar la paz de la conciencia.

He querido hacerles o ír mi inspiración brotada en el recuerdo de cada uno de vosotros, para que, en un recíproco intercambio de sentimientos, podamos unimos con lazos de indestructible afecto y solidaridad y que esta afinidad podamos ponerla al servicio de una Gran Causa en gestaci ón.

 

Por Viola Sophia Van De Wyngard Bañados.  
Libro: El Sendero del Servicio

 

 
 
Mikhael Aivanhov
Helena Roerich
Nicholas Roerich
William Quan Judge
Henry Olcott
Helena Petrovna Blavatsky
C.W. Leadbeater
Rudolf Steiner
Annie Bessant
Alice Bailey
Vicente Beltran Anglada
Krishnamurti
Gibran Khalil
Gandhi
Max Heindel
Dion Fortune
Paracelso
Linda Goodman
Conny Mendez
Emmet Fox
 
 
 
 
 
 
 
 
Home   I   Mapa de Ubicación   I   Recomiéndanos   I   Links   I   Clases   I   Contáctenos
 
La Hermandad Blanca Misionaria de Luz: Universidad Transhimalayica que une oriente y occidente.
Dirección: Sazié #2078 (3 Cuadras Metro República) - Teléfono: (56-2) 695 1170 - Santiago de Chile
Ver También:   Academia Tsering   I   Alianza Espiritualista Internacional   I  Academia Artes Marciales Fu-Shih Kenpo   I  Altar de Kwan Yin