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La Perfecta Lámpara de larga vida

Si vas para Chile
Benedicto González Vargas

Tsering Nandröm es un nombre tibetano, extraño para nosotros hispanohablantes, amantes de nuestra literatura o escritores en el “idioma inmortal de Cervantes”. Extraño es, por lo tanto, que traigamos a colación este nombre en estas páginas. A menos que digamos que quien lo usa es una escritora chilena, que está —como un regalo de Dios— viva entre nosotros (nacida en la sureña Concepción en una fecha oculta) y que se llama Luisa.

Luisa Telyié Hermosilla es Tsering Nandröm, su pseudónimo literario, su alter ego. Significa “La perfecta lámpara de larga vida” y le fue otorgado por el Lama Tumsang en una visita a Chile. Es una mujer hermosa, de cuerpo y alma, su alma es reluciente como la lámpara de su seudónimo y sus pequeños libros un mar de sabiduría acumulada de no sé cuántas vidas pasadas. Títulos como Para ti mujer, Renegociando con Dios, En alas de un milagro, Las notas de mi alma, Enseñanzas de las hojas del jardín de Morya, Renacer o El retiro de la voluntad de Dios, son un disfrute para el alma, para el espíritu de todos nosotros, amantes de la poesía, la literatura y la espiritualidad.

Nunca se podría sospechar que detrás de sus libros pequeñitos, escuálidos de hojas, artesanales, podría encontrarse tanta belleza y tanta verdad. En vano la perseguimos, la asediamos, uno más entre tantos que la buscan, que la necesitan, que desean sentirse acogidos en la luz de su lámpara. Ella no se escabulle, pero es difícil, huidiza, no por aires de diva, sino de extrema humildad; se esconde de las fotografías (¿será porque su aura brilla más que los flash de las cámaras?), su teléfono siempre ocupado, hubo un tiempo en que su contestadora automática completaba la tarea, ¡pero nunca una contestadora ha tenido una voz más hermosa, más dulce, más sugerente de paraísos, de luces de sabiduría, que la de Luisa-Tsering!

Para quienes no la han leído, se han perdido parte de la vida, qué digo, de LA VIDA, así con mayúsculas, con convicción, con fuerza. Para los pocos que la conocen ha sido un tesoro. Una vez una editorial venezolana publicó Para ti, mujer, y ya no es posible encontrar esa edición, no está en las librerías de libros usados, nadie se desprende de ella, es un libro que debería prestarse, pero nadie lo hace por temor a perderlo. Debería escribir un libro sobre el desapego o ser más generosa y regalarlo a los cuatro vientos o ser más generosos nosotros y exigirle que vuelva a editarlo y a ayudarla en una empresa comercial a ella, que no comercia con el espíritu, que no cede a las presiones del dinero, del marketing, de la publicidad, que no frecuenta los salones literarios, ni las esferas del poder, que escribe sus libros en su casa, en su computadora personal, en medio de los llantos y sonrisas de su pequeño hijo y, mientras estuvo vivo, de los maullidos de su recordado gato “Seráfico”, que llena su vida en la ayuda a los demás y en las miradas de amor de su esposo-alma gemela-karateca-editor-corrector de pruebas-diseñador de portadas-malabarista de finanzas-devorador de comida china-Rambo de departamento que tuvo al gato por metralleta como un niño inocente, sabio y querendón.

¡Qué duda cabe! Esto es un panegírico que Luisa me pagó con un amor que va más allá de lo que merezco, de lo que merecemos aun en conjunto mi esposa y yo, qué duda cabe que me reprenderá —si llego a encontrarla por ahí— si se entera de esta aventura que es lanzar su nombre en una publicación literaria y con una foto, todavía; ella, que es tan pudorosa, que cree que lo que escribe no es literatura, que duda que sea poesía y que no se convence de sus méritos literarios. Es delicioso cuando presenta sus libros, entre sus amigos, sus seguidores, sus hijos espirituales, lo hace como pidiendo disculpas, habla de “mi librito”, “de estas hojitas”, “de unos escritos pequeñitos”, como si el continente fuera más importante que el contenido, como si ella no supiera que sus libros ya no le pertenecen, son patrimonio de la humanidad y que la humanidad debe conocerlos de una buena vez y retribuirle el justo precio de su aporte intelectual, espiritual y humano. Deberíamos enrostrarle a ella sus propias palabras y pedirle que tome su papel en las letras del mundo, ¡su lámpara de seguro opacará a muchos que hoy gozan de prestigio literario y místico y que no han recorrido ni dos pasos del camino de Luisa! Leemos en Para ti, mujer:

“Mujer, la vida que se oculta a los profanos te ofrece descubrir tu real papel dentro del globo terráqueo que llamamos forma. Es hoy cuando tú puedes transformar todo, dentro y fuera de ti. ¿Qué importancia tiene que algunos te llamen loca o despistada porque sientes y piensas en un mundo oculto que otros no pueden ver ni presentir y menos vivir?”.

Si le creemos a ella misma, a sus palabras, debemos decir con ella que “Vivir es disfrutar de lo mucho o de lo poco que la vida nos da y por sobre todo saber convertir lo poco en mucho”.

Esto una paradoja que en sus obras se hace realidad, mágica realidad, diríamos. Las escasas páginas de sus libros vienen a “ser lo poco” y la tranquilidad espiritual y estética que proporcionan viene a ser “lo mucho”. Eso es lo que no han soportado algunos, supuestos amigos, que no han sido más que succionadores de su buena voluntad y que le han vuelto la espalda cuando las cosas no marchan, también ha habido otros que responden a su fidelidad con traiciones engañosas, propias de divos venidos a menos, enredados en sus humanidades normales, comunes, corrientes, que se desdibujan al lado de la generosa luz de su lámpara. Pero hay que asumirlo y saberlo, la lámpara más luminosa es la que proyecta las sombras más oscuras y quienes nos acercamos a ella debemos saberlo, porque nos desnuda el alma con su brillo y debemos aceptarlo con humildad, porque ella es fuera de serie. ¡Cuántos pretendidos maestros han quedado desnudos ante su mirada transparente que no tiene nada que ocultar y han huido despavoridos porque no soportan ser menos que ella!

Una sola tristeza me pesa el alma, que la mayoría inmensa de quienes leen estas páginas no la han leído nunca a ella y que no les será fácil hacerlo. Muchos pensarán que esto es casi una propaganda, un lanzamiento internacional o quién sabe qué otra humanita ocurrencia, esto es sólo un artículo surgido de la necesidad de comunicar algo, luego de haber leído por enésima su Para ti, mujer, de haberlo enseñado a mis alumnos, de buscar por medio Santiago de Chile un ejemplar para aquellos que querían regalárselo a su madre, a su hermana, a su novia y de haber soportado las miradas burlescas que en el metro me dirigían aquellos que sin conocerla y sin conocerme, me veían a mí, hombre adulto, leyendo un libro dedicado a las mujeres.

¿Por qué no sólo se llamará Para ti?, es más democrático, más justo, más universal, me acarrearía menos problemas y no dejaría fuera de su lectura a muchos hombres que sucumben ante el qué dirán. Pero ese es otro cuento, hoy he querido compartir con ustedes un sentimiento, un artículo que va más allá de los márgenes de la literatura, puesto que tiene por objeto hablar de alguien que es para la humanidad una especie de regalo de Dios o una conciencia omniabarcante que es capaz de ayudarnos a todos a vivir más felices y más cerca de la Divinidad y de la Poesía.

Meditación Guiada dirigida por Tsering Namdrön

 
 
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